Rayos difusos: se presentan como un resplandor que ilumina el cielo. Son reflejos en el cielo de una tempestad muy lejana, localizada bajo el horizonte, cuyas chispas no se ven y cuyos truenos no se escuchan.
Rayos laminares: son aquellos resplandores que resultan de la descarga dentro de la nube, entre las cargas positivas y negativas.
Rayo esferoidal, rayo de bola o rosario: se presenta en forma de una esfera luminosa,
llegando a alcanzar el tamaño de una pelota de fútbol. En algunas ocasiones aparecen varios de ellos formando un rosario. A veces desaparecen escuchándose un estallido y otras veces lo hacen silenciosamente.
Formación del Rayo:
Si tenemos una nube con cargas negativas sobre una superficie llana su potencial es negativo en comparación con el de abajo y las cargas negativas serán aceleradas hacia la tierra.
Primero, se produce una descarga llamada “guía escalonada” (no es brillante como el rayo) que baja a un sexto de la velocidad de la luz. Recorre aproximadamente 50 metros, se detiene unos 50 microsegundos y sigue. Para y sigue sucesivamente, moviéndose en forma escalonada (puede parar hasta 10.000 veces). La columna está repleta de cargas negativas y el aire se vuelve más conductor al ser ionizado por estas cargas en movimiento.
Cuando la guía escalonada está a unos 100 metros del suelo existe una descarga que sube desde la tierra a encontrarla. Al hacer contacto, se crea una conexión nube – tierra y las cargas de la nube pueden escaparse.
El rayo que se ve es el rayo de retorno, que va desde el suelo a la nube (como se produce tan rápido uno cree que es al revés). El brillo del rayo es aproximadamente igual al que harían 100 millones de lamparitas juntas.
Cuando el rayo de retorno desaparece, baja otra guía pero sin pausas (llamada “guía oscura”). Sigue el mismo camino llevando cargas negativas y cuando toca tierra sube otro rayo de retorno. Así, el rayo puede caer varias veces sucesivamente (se ha observado hasta 42 veces).
El calor producido por la descarga eléctrica calienta el aire y lo expande bruscamente, dando lugar a ondas de presión que se expanden como ondas sonoras y así produciendo el trueno. Como la velocidad del sonido es aproximadamente 340 metros/seg, el trueno se escucha después de desaparecer el rayo.
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