En las décadas de 1960 y 1970, el gobierno de Estados Unidos intentó debilitar huracanes con su Proyecto Stormfury por medio del sembrado de tormentas seleccionadas con yoduro de plata. Se pensaba que el sembrado causaría que el agua superenfriada en las bandas de lluvia exteriores se congelasen, causando el colapso de la pared interior del ojo y, así, reducir los vientos. Los vientos del Huracán Debbie redujeron su fuerza un 30%, pero recuperaron su fuerza después de los dos intentos.
En un episodio anterior, el desastre golpeó cuando un huracán, al este de Jacksonville, Florida, fue sembrado, cambiando repentinamente su curso y golpeando en Savannah, Georgia. Dado que había mucha incertidumbre sobre el comportamiento de estas tormentas, el gobierno federal no aprobaría las operaciones de siembra a menos que los huracanes tuvieran menos del 10% de posibilidades de hacer entrada en tierra en 48 horas.
Avión sembrando un huracan con yoduro de plata
El proyecto fue cancelado después de que se descubriera que los ciclos de reemplazo del ojo ocurrían de forma natural en los huracanes fuertes, provocando dudas sobre los resultados de los experimentos anteriores. Hoy en día, se sabe que el yoduro de plata no tiene efecto porque la cantidad de agua fría en las bandas de lluvia de un ciclón tropical es demasiado baja.
Huracan Katrina en el Golfo de México antes de entrar en contacto con tierra
A lo largo del tiempo se han sugerido otras aproximaciones, como enfriar el agua bajo un ciclón tropical remolcando icebergs a los océanos tropicales; tirando grandes cantidades de hielo en el ojo en las fases más tempranas, así el calor latente es absorbido por el hielo en la entrada (base del perímetro de la célula tormentosa) en vez de convertirse en energía cinética a grandes alturas; cubrir el océano con una sustancia que inhiba la evaporación; o golpeando el ciclón con armas nucleares (en esta última no se llevó a cabo porque la radiación sería esparcida rápidamente por el globo). Todas estas aproximaciones sufrieron el mismo problema: los ciclones tropicales son demasiado grandes para que cualquiera de ellas sea práctica.
Bill Gates y algunas asociaciones tienen en mente patentar este tipo de tubos, absorberían el agua cálida y por medio de unas turbinas liberarían agua fría, y así debilitar a los huracanes. Algunas se colocarían en el Golfo de México como se muestra en el mapa, ya que es uno de los sitios donde más huracanes se forman del planeta
En 1976 un meteorólogo estadounidense propuso la idea de quemar grandes cantidades de petróleo en el mar para producir un carbón negro que sería liberado en la capa fronteriza del huracán. Así se absorbería el calor solar y el del mar enviándolo a la atmósfera, sólo así se reduciría la intensidad del ojo. Nunca se llevó a la práctica.
Sin embargo, se ha sugerido que se puede cambiar el curso de una tormenta durante las primeras fases de su formación, tales como usando satélites para alterar las condiciones medioambientales, o, siendo más realistas, esparciendo una capa degradable de aceite sobre el océano que evitaría que el vapor de agua alimentase a la tormenta
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