Un fuerte sismo, de 8,3º en la escala de Richter, con el epicentro que estuvo a sólo 20 km de Lituya, hizo que se derrumbara prácticamente una montaña entera (más de 30 millones de metros cúbicos de tierra y rocas del glaciar Lituya, al fondo de la bahía), generando una pared de agua que se elevó sobre los 580 metros, convirtiéndose en la ola más grande de la que se tenga registro, llegando a calificarse el suceso de "megatsunami", la que avanzó a la entrada de la bahía con una velocidad cercana a los 200 km/h.
Fotografía de como quedó la bahía Lituya después del tsunami.
Si bien hay aún discusiones acerca de cuál combinación de factores produjo una ola de tales envergaduras, sí está claro que fue el sismo lo que provocó el desprendimiento de 30 millones de metros cúbicos de material del glaciar.
La fotografía muestra la montaña de la que tuvo lugar el desprendimiento que provocó el megatsunami. Se observa como falta prácticamente la mitad de la montaña.
Además, la ensenada tiene una entrada muy pequeña, que deriva en que una considerable masa de agua esté prácticamente encerrada entre montañas.
Un terreno con esas características posee una tendencia inherente a provocar olas gigantes, ya sea por corrimientos de tierra o terremotos. De hecho, en los últimos 150 años se han producido 5 olas de grandes magnitudes en el golfo de Alaska, y otras tantas en territorios con particularidades semejantes, como Noruega o Japón.
En las fotografías podemos observar las 2 capas que nos indican el antes y el después del megatsunami.
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